Animales en la aldea global de usar y tirar
Recuerdo
como si fuese hoy, siendo yo un muchacho, las caras de sorpresa de aquellos
chavales que compartían aula conmigo, que el maestro de la escuela rural a la que íbamos nos dijese que nosotros
también éramos animales. En nuestro rostro se notaba indignación, nos sentíamos
ofendidos ¿yo, un animal? ¡no puede ser! Nuestra autoestima se había ido por
los suelos. Después de momentos de desconcierto, nuestro maestro, en aquel
entonces al “profe” le llamábamos maestro, muy didáctico siempre, nos
explica con cariño lo que significaba ser animal: seres animados que sienten y
sufren como nosotros, y que también tenían parecidas necesidades fisiológicas.
Presiento
que, pasado el tiempo, a muchos se nos ha olvidado toda está sabiduría
aprendida en aquellas aulas, pues disponemos de los animales como si tuviésemos
todos los derechos sobre ellos, sin tener en cuenta que son seres vivos que
sufren cuando se les maltrata.
No
nos extrañaríamos que algún día descubriésemos que hay una forma
de inteligencia diferente a la nuestra en el reino animal y también
una forma de comunicarnos con ellos, cuántas cosas nos dirían.
Hoy
hacemos acopio de todo por puro placer y también para satisfacer nuestra
necesidad irracional de atesorar. Nada nos sacia y cuando nuestro poder
adquisitivo se incrementa, exponencialmente se crean nuevas necesidades que
antes no existían. Los “racionales” somos así, todo lo consumimos y
también utilizamos y, cuando no nos satisface, lo tiramos. Formamos parte de la
aldea global de usar y tirar en la que también lamentablemente incluimos a los
animales.
Hace
años conocí un señor que criaba un par
de terneros al año para vender y así ayudar a la economía de casa. Cuando venía
el comerciante para llevarlos, él se ausentaba. Un día le pregunté a su mujer
por qué se iba, la respuesta me dejó abrumado: lo hace porque no puede soportar
que se lleven unos animales que ha criado y les cogió cariño, le da vergüenza que
le vean los ojos llorosos. Ya nos podemos imaginar qué pensaba este hombre de
los que hacen sufrir a los animales para divertirse.
El
próximo 3 de febrero Galicia acogerá el Campeonato de España de Caza de Zorro
en los montes que hay entre los ayuntamientos pontevedreses de A Estrada, Forcarei,
Cerdedo-Cotobade y Campo Lameiro. Se Juntará gente poderosa y caza, esto ya no
es “La Escopeta Nacional”, es lo que
algunos ya llaman el neocaciquismo del siglo XXI, y que en Galicia encontrará el terreno abonado
¿Qué podemos decir y esperar?
Os
dejo algo estremecedor que cuenta José Saramago:
“Soy nieto de un hombre que al presentir la
muerte, estaba a su espera en el hospital a donde lo llevaban, bajó al huerto y
fue a despedirse de los árboles que había plantado y cuidado, llorando y
abrazándose a cada uno de ellos, como si de un ser querido se tratara….. Se
diría que estaba despidiéndose de lo que hasta entonces había sido su vida...
Se despidió de la familia y de los árboles como si todo fuese para él su familia”
Lo
del señor de los terneros y lo del abuelo de José Saramago puede que sean casos
de excepcional sensibilidad hacia la naturaleza, tampoco estamos hablando de
eso, estamos hablando de que todos los
seres vivos, y sobre todo los animales,
no son cosas, nos hacen compañía y también nos hacen sentir queridos, respetarlos
y evitarles sufrimientos innecesarios nos hace más humanos.
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