El techo de cristal
¡Ay, ay, chaval no camines
descalzo por esta hoguera que te vas a quemar! esta es la sensación que tengo
ahora de que voy a salir de aquí quemado
o quizás trasquilado, pero la tentación de querer ver de cerca el lobo, a pesar
de correr el peligro de caer en sus fauces, en muy potente, es algo tan
ancestral que la debo de llevar en el hipotálamo. También no sería honesto y no
podría dar mi opinión sobre el tema a tratar si fuese políticamente correcto, pues corro el riesgo de molestar a más de uno,
me refiero a la igualdad de género.
Si partimos de la premisa de
que el hombre y la mujer tienen diferencias psicológicas, y que no hay
superioridad intelectual de uno sobre otro ¿a quién molesta? Y si partimos de la circunstancia de que sobre
todo las madres jugaron casi siempre un papel
fundamental en nuestra educación y que esto nos condiciona, hasta cierto punto,
nuestro proceder en la vida, ¿por qué, entonces, esos comportamientos que a
todos nos avergüenzan, y a veces nos hacen sentirnos culpables por haber nacido
hombres?
Puede ser muy simplista, hasta
naif, pero hay algo que se nos escapa y
no tiene explicación racional. Si ese algo tiene que ver con la fuerza, la
agresividad y el hipotálamo, creo que nos deberían enjaular a todos. Pero no,
la cosa es más complicada de lo que parece a simple vista y no se arregla con
lo políticamente correcto y el entonar el
mía culpa; todos tenemos una pequeña o, quizás, gran culpa y debemos tomar
el toro por los cuernos. Este es de difícil lidia.
Está por un lado la educación,
la feminidad, la masculinidad, la fuerza, etc., y por otro lado, el diablo, que es aquel que
aprovecha este coctel para enmarañarlo todo según convenga; sí, el diablo en forma de oportunidad política,
en forma de fanatismo, y, lo que es peor el diablo en forma de estupidez
humana. ¿Y sí al diablo lo devolvemos a
la hoguera? si esto sucede y aceptamos nuestras diferencias psicológicas, queda
entonces el educarnos en éstas para conocernos y así entendernos mejor, pero
esto tampoco debe ser tan simple.
Somos compañeros en esta
carrera de relevos que es la vida, pasamos el testigo a la generación venidera,
y mientras tanto nos toca correr juntos con el mismo testigo, y entonces no
podemos hacernos zancadillas. El árbitro debería ser el respeto, la educación,
el conocimiento del otro, pero para que
esto suceda tienen que educarnos en la diferencia psicológica y así aprender el
porqué del comportamiento humano de género, el porqué de sus necesidades como
individuo, etc. Hay que recordar que es difícil, por no decir imposible,
comprender, respetar y, mucho menos amar, lo que no se conoce.
Creo que cometemos el error de
que nos quieren hacer escribir con la mano derecha cuando somos zurdos, y esto
no es otra cosa que somos diferentes y debemos de comprendernos en la
diferencia, pues nos necesitamos para
llevar el testigo en las mejores condiciones a la siguiente generación. Y las
mejores condiciones es que debemos desempeñar en el mismo papel en la sociedad,
aceptando y entendiendo la diferencia psicológica.
Otra asignatura pendiente en
el sistema educativo es la psicología de
género, pero a lo mejor esta diferencia tampoco existe para algunos, y lo más
suave que me digan es que vivo en los mundos de Yupi.
En la diferencia está la
igualdad, y el que no lo quiere entender es porque es realmente diferente.
Otra cosa son los roles que
desempeñamos actualmente en la sociedad. Aquí sí que entramos en harina de otro
costado, y como siempre voy a meterme en otro charco. La reproducción, la mujer
al cuidado de los hijos, el hombre procurador del sustento; esto es evidente
que sucedió desde épocas primitivas, y así arena a arena se hizo la playa, y
poco a poco la mujer la relegaron al hogar, lo que provoca que actualmente estemos
como estemos. Así que es justo que se recurra a la paridad para que cuanto
antes se eliminen estas diferencias.
Con el papel de las religiones,
mejor no meterse, porque entonces en unas me crucifican, en otras me lapidan, y
en otras me llevan al muladar, etc. etc., Sin embargo, si hay algo que más se
parece a dios, tal y como lo concebimos el ser humano, es la figura de la madre
¿entonces en que estamos? Pero la mujer
es más, tiene ésta gran ventaja competitiva de que puede ser madre y, por lo
menos, las mismas cualidades y capacidades intelectuales que el resto de los humanos. Si nos ponemos
así, es que es superior en todos los órdenes, entonces, ¿por qué ese techo de
cristal?
Solo quería hacer pensar. Me
levanto de la mesa y me voy de la tertulia antes de que esto suba de tono, pues
ya veo los ánimos un poco subiditos. ¡Perdón, por si acaso!
Si somos capaces de ver con
los ojos del raciocinio el cuadro de La Siesta de Van Gogh, daríamos un paso
considerable hacia la igualdad de género. ¡Animo!
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