Apreciemos el arte de vivir, la obra maestra está ahí al alcance de todos
Hoy
me entran muchas dudas para arrancar este escrito, pues que sin prenderlo puede
estar cargado de moralina y nada más lejos de mi intención, sólo pretendo dar
mi opinión sobre dónde poner quizás el acento en el guion de nuestras vidas.
Reflexionando
sobre los senderos de nuestra efímera existencia, nos damos cuenta de que en
principio, los itinerarios son muchos y diversos, y parece que podemos elegir cuál, sin miedo a equivocarnos y sin afrontar muchas
resistencias.
Los
hombres nacemos libres y soberanos, pero al vivir en sociedad nuestros
fines a menudo entran en colisión con los intereses de los demás. Estos
intereses, al ser legítimos, y al estar dentro de normas que nos hemos dado
libremente, tenemos que respetarlos, pues
nuestra libertad termina donde empieza la del otro. Pero muchas veces la
libertad para elegir dentro de las normas establecidas puede no ser real ni auténtica,
al estar contaminadas por creencias, prejuicios, miedos al qué dirán, etc., que
forman un sutil velo que condicionan nuestra existencia y nuestro proceder en
la vida. ¿Somos, entonces, el actor principal de nuestras vidas o transcurrimos
por ella como actores secundarios por culpa de nuestros miedos y resistencias
externas?
A
menudo aceptamos lo que nos dicen, sin pararnos a pensar que son indicaciones interesadas
de auténticos censores que pretenden que cambiemos el guion de nuestra obra
principal, y, en donde deberíamos ser los protagonistas, nos relegan a ser meros actores secundarios.
Sin embargo todos tenemos oídos internos para escuchar esa voz que nos ayuda a
revelarnos y hacer lo que realmente nos conviene.
Y
si hacemos caso a esa voz interior, entonces, como actores, directores y
guionistas de toda nuestra vida, escribiríamos nuestra historia sin aceptar
censuras, pues los censores, al igual que los envidiosos, suelen ser seres
fracasados que se empequeñecen con los éxitos y la felicidad de los demás.
La
familia, en todas sus formas, nos prepara para a subirnos al escenario del
teatro de la vida, pero el guion de esta obra debemos escribirlo nosotros
mismos con todos sus acentos, puntos y comas, aunque corramos el riesgo de que
a muchos nos les guste, pues de ello
depende que podamos vivirla como actores principales para ser felices, es
decir, o como dicen los más pudorosos, realizarnos
como seres humanos.
Esta
cita del escritor,
poeta
y filósofo
estadounidense Henry David
Thoreau ,que aparece en la película El Club de los Poetas Muertos,
resume este pensamiento quiero de contaros:
Me interné en los bosques
porque quería vivir intensamente; quería sacarle el jugo a la vida. Desterrar
todo lo que no fuese vida, para así, no descubrir en el instante de mi muerte
que no había vivido.”
A menudo el bosque, es decir, las creencias, prejuicios, miedos al qué dirán, no nos deja ver los árboles, y
deberíamos saber que esos árboles son la
sal y la pimenta de nuestra existencia, nuestros ideales, nuestras ilusiones,
en definitiva, el leitmotiv por el que nos deberíamos regir.
La asignatura pendiente de todos los sistemas educativos es la de Aprender
a Vivir, y tener como temas centrales el cómo provechar el momento, el cómo ser feliz… y el cómo ser fiel a uno
mismo.
Los sistemas educativos están
enfocados a tener éxito y ser competitivos, pero no hay confundir éxito con ser
feliz, pues para ser feliz hay que saber vivir.
Cuántas veces nos encontramos con gente que han llegado a lo más alto del
estatus social y que son unos
desgraciados en su vida personal, han confundido éxito con ser feliz. A menudo
pienso, es por supuesto mi opinión personal, que vinieron a este mundo para fastidiar a los
demás y pasan por la vida, cual puerco
por trufa; permítanme esta ocurrencia que puede resultar poco afortunada.
No hay que conformarse con ser uno más del rebaño, hay que disfrutar de
cada momento como si fuese el último, pues el futuro, por definición, no existe
hoy.
El aprobar la asignatura aprende a vivir nos está al alcance de
todos, ni tampoco se aprueba en esos colegios a dónde van los hijos de la élite
o los de algún que otro narco para conseguir relaciones con los compañeros de pupitre y así tener más fácil el acceso a los centros de
poder en el futuro, sólo la aprueban los que saben apreciar y disfrutar esos
pequeños momentos y detalles que para muchos pasan desapercibidos. Sin embargo
la obra maestra de está ahí al alcance de todos para que la
disfrutemos, es cuestión de acercarnos a ella sin ser pretenciosos.
Un ejemplo de esas pequeñas cosas que te ayudan a vivir lo veía el otro día
en un reportaje como un grupo de carpinteros de ribera vascos se habían unido
para construir un galeón de madera
usando los mismos métodos y herramientas de hace siglos, para aquellos hombres
era más que un reto, era disfrutar con trabajar con gente que les unía lo que
les gustaba y les hacía felices. ¡Abur!
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